A
cabezadas rompo este silencio.
Rumia
tinieblas
mi
boca terca.
Porque
terca es la luz que rompe,
el
agua que rompe
mis
ojos arrasados,
donde
la oscuridad
levanta
y quiebra.
A
cabezadas rompo este silencio
como
la gota terca
de
cabeza contra la roca
donde
la sombra ahonda
cada
vez con más fuerza.
A
cabezadas rompo este silencio
porque
terca es la sed.
Y
yo bajo la tempestad
estoy
sedienta.
No
la contemplación,
no
la quietud.
No
el molusco que llora
su
perla.
Desde
la soledad de mi esqueleto
su
débil cascarón
la
muerte quiebra.
Traigo
la boca llena
con
el eco del mundo
que
llega
con
su piel de oveja,
que
se amansa y entra,
que
dentro se acuesta
para
crecer,
hasta
quebrantar
mi
pequeñez.
(De
Cantares de Vela)
© Dolores Castro
© Carmen Amato
No hay comentarios:
Publicar un comentario